El 19 de diciembre de 2001 se estrenó mundialmente la primera parte de la adaptación cinematográfica de El Señor de los Anillos, La Comunidad del Anillo.  Los seis libros, enmarcados en tres tomos, se adaptaron a la gran pantalla en tres filmes rodados de manera simultánea, como si de una sola película se tratase.

Tras el visionado de la primera parte, los fans del libro comenzaron a buscar las diferencias introducidas en la cinta. Aunque la opinión generalizada es que el trabajo de Jackson es  bastante fidedigno con la obra literaria, hubo quien se encargó de demonizar a neozelandés, al que se criticaba un exceso de comercialismo y de omitir demasiados detalles. Lo cierto es que las diferencias entre un formato y otro existen y son, hasta cierto punto, necesarias. Ya que los ritmos y características del cine y la literatura divergen a menudo. También hay que tener en cuenta la dificultad de traspasar una historia tan larga  y compleja al cine. Las tres películas rozan las tres horas y sus versiones extendidas las sobrepasan con holgura,  por lo que incluir más detalles era completamente inviable.

El comienzo de la película, es decir, la batalla en la que Sauron es derrotado y el antepasado de Aragorn consigue arrebatarle el anillo no aparece en el libro, ya que estos hechos son narrados al final de El Silmarillion, el libro en el que se cuenta la historia de la formación de la Tierra Media. Cómo el anillo pasa de Gollum a Bilbo está resumido e incompleto y pertenece a El Hobbit. Sin embargo el ‘Prólogo: De los Hobbits’, el verdadero comienzo del libro, sí se puede ver en la Versión Extendida del filme, justo después de los hechos de El Silmarillion.

Mientras que en el libro la partida de los hobbits es muy posterior a la fiesta de cumpleaños –y despedida– de Bilbo, en la película solo parecen pasar unos días. La importancia radica en la notoria maduración de los personajes durante ese tiempo.

La diferencia más importante es la completa desaparición de Tom Bombadil. Un enigmático personaje con el que se encuentran los hobbits antes de llegar a Bree. Al igual que todo lo acontecido en los túmulos es omitido. A los fans les dolió mucho por ser un personaje de gran carga emocional, aunque en realidad su adaptación y comprensión cinematográfica era muy complicada, y su explicación hubiese aumentado todavía más la duración del filme.

Tras el fichaje de Liv Tyler, una actriz de renombre e hija del cantante de Aerosmith, para interpretar a Arwen, Peter Jackson se vio en la obligación de darle una mayor importancia al personaje. Por ello, en la cinta, es la propia Arwen –y no el elfo Glorfindel– quien transporta en su corcel a un Frodo herido desde la Cima de los Vientos hasta Rivendel.

Hay detalles que se simplifican o alteran para hacer más cinematográfica la historia. La Compañía del Anillo se encamina hacia las minas de Moria debido a una especie de hechizo provocado por Saruman, mientras que en el libro es la propia montaña de Caradhras que no desea ser transitada por extraños.

También fue bastante controvertida la historia de Andúril, la espada de Aragorn, forjada de los fragmentos de la espada que destruyó a Sauron. En el libro, el montaraz la lleva consigo desde Rivendel, mientras que en la película, habrá que esperar a El Retorno del Rey, cuando Elrond cruce toda la Tierra Media para entregársela. Un hecho bastante absurdo cuyo único fin parece ser el de aumentar la tensión y la visión in crescendo de la responsabilidad de Aragorn como futuro Rey de Gondor.

Por último, y probablemente más importante, es el cambio sufrido por algunos de los personajes para ser adaptados a la gran pantalla. Principalmente los casos de Legolas y Gimli sufren diferencias radicales en las tres películas. En la obra literaria, los dos personajes son bastante secundarios y hacen una función de cierto ‘relleno’ para completar con todas las especies La Comunidad. Tolkien apenas adentra en la personalidad de dichos personajes, a los que deja como una idealización de sus razas. Sin embargo, Jackson se sirve de ellos a la perfección. Legolas pasa a representar todo lo idealizado y diferencial: es guapo, calmado, inteligente y actúa como ‘el chico guay’, sorprendiendo con virguerías en el combate y observaciones precisas. Por otro lado, el enano, Gimli, toma un cariz más cercano al de payaso. Su función es la de hacer reír al público con objeto de rebajar la tensión entre las escenas de batalla. Chistes, tropiezos, disputas con los elfos y orgullo desmedido son algunas de las herramientas de las que se sirve Jackson para convertir a un anónimo Gimli en uno de los personajes más carismáticos del cine moderno.
Los cambios de personalidad no sentaron bien a los fans, puesto que veían a Gimli como un personaje caricaturizado y a Legolas un futuro ídolo de las jóvenes adolescentes. Aunque en general la aceptación entre los seguidores de la saga y el éxito internacional que cosecharon las películas solo permiten calificar como un rotundo éxito la adaptación de Peter Jackson.

El último exorcismo

Publicado: May 15, 2011 en Uncategorized

Desde la tercera –y fallida– entrega de El Exorcista,  las películas de exorcismos han pasado con más pena que gloria por las carteleras españolas. Este mismo año han sido tres las cintas sobre posesiones diabólicas. La secuela de Paranormal Activity y El Ritual, con el gran Anthony Hopkins pasaron desapercibidas en la taquilla americana, no así El Último Exorcismo, que fue un rotundo éxito.

Sin embargo en España ninguna de las tres películas ha gozado apenas de promoción. De hecho, del caso que nos ocupa simplemente se ha señalado en los medios es que posee cierta financiación española.

La película es un falso documental en el que dos periodistas pretenden hacer un reportaje sobre exorcismos. El protagonista es un pastor cristiano que reconoce que su trabajo como exorcista es una farsa. Hasta cierto punto, ya que pese a no creer en posesiones diabólicas, si está convencido de que ayuda a la gente a curarse. Tras recibir una petición, el pastor y los periodistas viajan a un pueblo sureño para practicar a una joven supuestamente poseída.

Bajo esta premisa inicial la película consigue virar continuamente, jugando con la percepción del  espectador. Los diversos giros argumentales consiguen enriquecer la narración en gran manera.  Primero piensas que todo es una farsa, luego que todo es real, después consiguen hacerte creer que puede ser un trauma provocado por el extremismo religioso y conservadurismo cultural del padre; quizás, incluso la cultura y costumbres de un sur de EEUU repleto de rednecks.

Esta extraordinaria capacidad de mutar de argumento y género cinematográfico es el gran rasgo diferencial de una película que en muchos momentos nos recordará a El Proyecto de la Bruja de Blair o a la española Rec. Aunque cabe mencionar que el formato cámara en mano cambia en cierto modo ya que en ciertos momentos se escucha levemente lavanda sonora del filme. Una inserción extradiegética que dinamiza el formato aunque le hace perder genuinidad y realismo.

Mientras que El Rito acaba pareciendo un video promocional de la Iglesia Católica en el que un chico deberá recuperar la Fe perdida; en El Último Exorcismo la atmósfera creada tiene un leve sabor añejo, de cuando las películas de terror provocar terror. Con apenas efectos especiales pero grandes dosis de psicología y un ambiente cargado y enrarecido al máximo.

Por ello, el principal valor del filme es que da miedo. Y eso en un filme moderno, no es poco en la actualidad.

El fútbol y el cine. El cine y el fútbol. El orden no importa. Probablemente son dos de las mayores  pasiones y pasatiempos de los jóvenes –y no tan jóvenes– europeos, y cada vez de mayor parte del mundo. Por el fútbol lo digo, ya que el cine es universal.
Mientras que el cine siempre ha sido elevado a la categoría de arte, el fútbol carga con la etiqueta de ser “un deporte de caballeros jugado por villanos”. Honrosas excepciones como el Arsenal F.C., Villarreal C.F. y sobre todo, el Fútbol Club Barcelona, inspirados en la selección holandesa de los 70, son los únicos que pueden presumir de intentar elevar a la categoría de arte el deporte que practican. Pero ese es otro tema.
Lo cierto es que muchos aficionados al fútbol han señalado siempre la falta de cintas que versen sobre el balompié. No obstante, rebuscando un poco, se encuentran ejemplos que además pueden servirnos para visualizar los temas tratados en la charla “Cultura y fútbol”.

La más conocida de las películas futboleras es la mítica Evasión o victoria en la que unos reclusos aliados en un campo de concentración nazi se enfrentarán a un equipo alemán con la esperanza de poder escapar al descanso, aunque finalmente optan por el honor y la gloria de vencer a los teutones. La película, que además de contar con Stallone y Michael Caine, presenta a futbolistas como Moore, Ardiles y Pelé. Basada en una historia real en la que los jugadores (que provenían en su mayoría del Dinamo de Kiev) fueron ejecutados tras el partido. El ejemplo nos recuerda a ‘La nochebuena de 1914’, cuando alemanes y británicos dejaron las trincheras por un rato para jugar al fútbol.

En Quiero ser como Beckham se trata el tema de la inserción de las mujeres en el mundo del fútbol. Como ocurre en Irán, aunque de manera muchísimo más leve, las mujeres indias se encuentran con graves dificultades sociales y familiares para poder jugar al fútbol. Bajo esta excusa, se realiza una cinta en pos de la igualdad y el espíritu de superación de la mujer y en contra de los prejuicios del conservadurismo. Todo esto de manera muy edulcorada en lo que realmente es una comedia juvenil al estilo 10 razones para odiarte.

¡Goool!¡Goool! 2: Viviendo un sueño representan dos de los ejemplos más destacados del mundo del fútbol adaptado a la pantalla. En ellas, un joven latino emigrado a EEUU consigue que un ojeador del Newcastle se fije en él y lo lleve a Inglaterra a jugar. En la secuela acabará fichando por el Real Madrid.
Ambos filmes tratan de manera indirecta el tema de cómo Sudamérica ha pasado de la gloria a ser cantera de Europa en materia futbolística. Pese al desfile de grandes estrellas futbolísticas, las películas no son nada del otro mundo y se centran en contar el espíritu de superación y sacrificio del protagonista. Aunque si algo sobresale culturalmente, son temas que se rozan derivados de la vida de un futbolista como la dificultad adaptarse a edades tempranas a países tan diferentes, los problemas y la mentalidad de la prensa amarilla. Y sobre todo, lo que rodea al mundo del fútbol como las fiestas, los chanchullos de los representantes y el mundo publicitario.

En España tenemos ejemplos diversos, siempre unidos a la comedia como son El penalti más largo del mundo y Días de fútbol. Dos películas con grandes puntos comunes. No solo Fernando Tejero –que también–, sino una forma de hacer comedia ejemplificada con cine costumbrista. En ambas se reflejan la cultura y la forma de vida de la clase media-baja española.  Sin embargo, en ellas fútbol no es más que una excusa para desarrollar la comedia y reflejar un tipo de sociedad.

En definitiva podemos resumir que las adaptaciones del fútbol a la pantalla siempre han sido con una calidad dudosa y casi siempre como telón de fondo para otros temas. Buscando información para la entrada he encontrado ‘The Dammed United’, película inglesa de la que se hablan maravillas y se dice que es la mejor película de fútbol. Prometo visionarla. Mientras tanto, quedo a la espera de que algún director se atreva a contar una historia seria, fiel y completa sobre el deporte rey. Mientras, tocará hacerse la boca agua con la secuencia del estadio de Racing de Avellaneda en El Secreto de sus Ojos, pura magia.

THOR

Publicado: May 1, 2011 en Uncategorized

Jamás he sentido el más mínimo interés por los cómics, ni por las películas de superhéroes, hasta que Cristopher Nolan decidió darles un lavado de cara total con su Batman Begins. Luego llegaría Jon Fevrau con Iron Man, para demostrar que los superhéroes pueden ser divertidos y aventureros, entretenidos en vez de profundos. Buen cine palomitero, en resumen.

Marvel escogió para la adaptación de Thor a Kenneth Branagh, afamado director y actor ocasional –el hilarante GIlderoy Lockhart en Harry Potter–. La historia de este Thor parte de la misma premisa del dios nórdico. Difiere en que pertenece a una raza extraterrestre y que cuando llegaron a la tierra, los vikingos los confundieron con dioses.

Siguiendo la senda marcada por Iron Man y no por Batman Begins, la película de Branagh cuenta con muchísimas escenas de acción que se entremezclan con otras más cómicas, algunas con más gracia que otras.
La cinta supera con cierta holgura la gran dificultad de compaginar los hechos acontecidos en La Tierra –perdón, Midgar– con Asgard, ya que la tonalidad de colores y las construcciones de fantasía del mundo natural de Thor y Odín chocan frontalmente con la aridez y tosquedad del sur de EEUU.

En el filme, está completamente desaprovechado el conflicto interior de Thor y cómo éste, durante su destierro en La Tierra, va madurando y convirtiéndose en un ser mucho menos fanfarrón y temerario para pasar a preocuparse por los demás. Es una transformación súbita y sin apenas explicación.
No obstante, el personaje de Loki –al igual que en la mitología nórdica– presenta una mayor complejidad y matices. Un antagonista atípico, ansioso de poder, pero ante todo de respeto y amor, en ningún momento quiere acabar con Thor, sino que intenta primero desterrarlo para que se mantenga al margen, y después ganarse el favor de su padre, salvándole la vida de una trampa creada por él mismo. Antihéroe alejado de la nobleza, Loki es un maquiavélico y humanizado personaje, que no puede huir de sus orígenes ni de su triste destino.

En cuanto al reparto, el actor que da vida a Thor es Chris Hemsworth, al que solo habíamos visto durante escasos minutos como padre de Kirk en Star Trek. La transformación física de Hemsworth es brutal, puesto que su proceso de musculación ha sido tal que casi puede pasar por un luchador de la WWE. No así sus niveles interpretativos, que apenas alcanzan para calificarle como ‘actor’. Sobre todo en los primeros planos, el rostro inexpresivo de Hemsworth sufre y mucho, dejando al joven australiano como un cachas con graves carencias a nivel de representación. Anthony Hopkins cumple su limitado papel y Natalie Portman ejerce de mujer florero sin molestar al prota, y es que tras Cisne Negro la israelí ha encadenado Thor, Sin compromiso y Your Highness. ¡No nos fuéramos a creer que era buena actriz!

En resumen, cine palomitero de superhéroes que entretiene pero no convence. Ni llena ni aporta nada nuevo al género. Recomendable si no hay otra cosa que hacer pero a la misma distancia de Batman Begins que Asgard de la tierra.

Game Of Thrones: Winter is coming!

Publicado: abril 23, 2011 en Uncategorized

Hace más de un año apareció el primer teaser de la adaptación cinematográfica de la saga de novelas de George R.R. Martin, Canción de Hielo y Fuego. Ahora, por fin, la aclamada cadena estadounidense HBO comienza a emitirla en formato de serie. La primera temporada constará de 12 capítulos y abarcará los hechos narrados en la primera novela de Martin, aunque se espera que lleguen a completarse las siete temporadas correspondientes a los siete libros.

La historia de Canción de Hielo y Fuego se sitúa en un mundo medieval-fantástico, en el que la magia no es más que un residuo, un recuerdo del pasado. Narra las continuas y encarnizadas disputas de las diferentes casas de la nobleza de Los Siete Reinos en pos de asentarse en el trono de hierro, reinando así sobre los demás. “Cuando se juega al Juego de Tronos, solo puedes ganar o morir”, una de las míticas frases de la serie que recoge el argumento esencial. A primera vista puede sonarnos a El Señor de los Anillos, pero para acercarnos a la esencia, tendríamos que mencionar sobre todo a obras de cine negro como El Padrino o Los Soprano. Si bien puede recordar a Los Tudor, tanto la magia como el mundo medieval no son más que un telón de fondo en el que habitan las más variopintas mentalidades humanas.

Porque si hay un gran punto en la obra de Martin, ese la profundidad y detallismo de los personajes, cuya humanidad les hace completamente diferentes entre sí, muchas veces incluso claramente contrarios pese a pertenecer a la misma casa. Esto dota de una riqueza asombrosa a los libros. Tras visionar el episodio piloto de la serie, podemos confirmar que esto se ha llevado a la perfección tanto en el guión como en la elección de unos excelentes actores.

Sean Bean está especialmente soberbio en su papel de Eddard Stark, líder de la casa Stark y señor de Invernalia –cosa comprensible por otro lado, ya que Bean es un clásico interpretando personajes medievales–. Lena Heady sorprende para bien, encarnando a la bella –y retorcida– reina, Cersei Lannister. Por último mencionar al próximo Conan, Jason Momoa –sí, el de Los Vigilantes de la Playa y Stargate Atlantis–, interpretando a Khal Drogo, un imponente bárbaro de largos cabellos.

La fotografía y la construcción de las ciudades es espectacular, llegando al extremo de cambiar las tonalidades y variedades de color de manera sutil pero perceptible en función del lugar en el que se hallen los personajes.

La concepción que debemos adoptar frente a Canción de Hielo y Fuego es tratarla como gran película contada en fascículos. No es una serie, es algo más, una gran obra que se nos va a contar poco a poco. Y es que el mejor cine se hace ahora en la televisión y la HBO tiene la delantera. A base de trabajo, mimo y respeto, han sabido captar la esencia de Martin. Tras darles infinitas gracias, solo queda disfrutar.

Cuando se juega al Juego de Tronos, solo puedes ganar o morir.

Se acerca el Invierno

Invasión a la tierra

Publicado: abril 17, 2011 en Uncategorized

Hace unos meses, se presentaron casi simultáneamente dos tráilers, Invasión a la tierra y Skyline. Ambas partían de premisas harto similares: invasión alienígena, un día cualquiera del presente…en Los Ángeles. La primera denunció a la segunda sin más consecuencias. Tras la enorme decepción que supuso Skyline costaba imaginar que se pudiese hacer una película de temática similar que fuese todavía más diarreica. Pero no, ahí está el filme de Jonathan Liebesman para demostrarnos que con un presupuesto mucho mayor se puede dar todavía más vergüenza ajena.

Cuando comenzaron a aparecer los teasers y el marketing viral de esta película me quedé bastante intrigado. Los efectos especiales pintaban muy bien y ver al gran Aaron Eckhart en una cinta de temática extraterrestre aun pintaba mejor. Luego llegó el tráiler oficial en castellano y las primeras críticas estadounidenses, y con ellos, cayó la expectación.  Lo que en un principio parecía que iba a mamar de obras como Distrito9 o incluso Cloverfield, se había tornado en algo más cercano a videojuegos como Call of Duty o Halo, con un toque Indepence Day.

La película comienza presentándonos al personaje interpretado por Aaron Eckhart, un sargento estadounidense al borde de la jubilación y con un pasado que le atormenta. Y luego, su nuevo jefe –un mejicano de mujer preñada– y los soldados: un negro –cuyo hermano falleció por supuesta culpa de Eckhart–, un chico al que te insinúan que le falta un hervor, así como el resto de soldados malotes americanos sin miedo a morir.

El desembrague aparece con la llegada de los meteoritos que luego eran naves espaciales alienígenas. ¡Vaya por Dios! tanta tecnología y no se dan cuenta de las diferencias, sobre todo cuando van a aterrizar sobre las “grandes ciudades costeras del mundo”, que a la postre son: Nueva York, Los Ángeles, San Diego, San Francisco y Miami. Primera pista de por dónde van los tiros, ¿no?

El filme se reduce a una americanada de argumento execrable, en la que el enaltecimiento a la bandera intenta tapar la absoluta falta de guión y en la que el interés del espectador decrece ‘frame a frame’ mientras se suceden las muertes de los soldados a ritmo de metrónomo. Y los disparos: tiros y más tiros, explosiones y expresiones absolutamente ridículas como “¡Eso ha sido digno de John Wayne!“, “¿Retirada?¡Y un cuerno!” o la espectacular forma de motivar a un niño de 5 años que acaba de ver morir a su padre: “No te preocupes hijo, ¡los marines no se rinden!”

Poco importan ya los extraterrestres o la invasión, el remanente es el silbido y posterior impacto de las balas, una tras otra. Mientras, el espectador harto del tedio no deja de pensar en que por fin alguien ha hecho una película más cansina que Black Hawk Derribado.

Lo que más duele del filme es ver a un actor de la talla de Aaron Eckhart arrastrarse penosamente por la pantalla en una actuación tan vacua. De Michelle Rodríguez se esperaba, de él, no.
En el tema extraterrestre, tocará esperar a la secuela de District9, o si acaso a ver qué proponen Daniel Craig y Harrison Ford en la extrañísima Cowboys & Aliens. Peor que esta, imposible.

Tras el éxito cosechado por el libro ‘Déjame entrar’, del escritor sueco John Ajvide Lindqvist en el año 2004, su compatriota Tomas Alfredson decidió llevarla al cine en 2008. El filme fue todo un éxito. Crítica y público encumbraron la aparición de una película que tratase el tema de los vampiros desde una perspectiva seria en un contexto de ebullición y locura adolescente por la saga Crepúsculo, tanto en el cine como en la lectura.

Tan sólo un año después, la industria americana sorprendió anunciando que iba a realizar un remake de película de Anderson. La noticia fue recogida con escepticismo por los fans de la cinta sueca y los cinéfilos en general, ya que parecía bastante absurdo puesto que la original era extremadamente reciente y poseía un poder y una calidad innegables, por lo que perfeccionarla se intuía como algo complicado en extremo.

No mejoró la percepción de la película cuando se supo el nombre del director del remake: Matt Reeves. Un cineasta prácticamente desconocido y que sólo tenía en su haber una película, Cloverfield, terriblemente traducida en España como Monstruoso. El filme había tenido una espectacular campaña publicitaria llevada a cabo mediante márquetin viral, a cargo del cual estaba J.J. Abrams en labores de producción. El resultado final y el éxito de la película fue bastante exiguo, sobre todo en España, ya que el formato de cámara en mano se había visto tan solo unos meses antes en REC.

La versión sueca representa, probablemente, la obra cumbre del cine de vampiros. La seriedad y la madurez con la que se trata el tema, la historia y sobre todo, los personajes, queda a años luz de clásicos como Drácula o Entrevista con el vampiro. La cinta es fría, muy fría, tanto como el país en el que está ubicada, pero el amor que nace entre sus dos protagonistas es de una ternura y sinceridad aparente. Dos personajes que no encajan en el mundo que les rodea y que deciden apoyarse hasta sus últimas consecuencias. Destaca la manipulación y el proceso de conversión al que es sometido Oskar por parte de Eli, una siniestra criatura que bajo la apariencia de una dulce niña asesina brutalmente para saciarse de sangre. El filme tiene como trasfondo reflejar una familia desestructurada, con el padre de Oskar ausente y su madre alcohólica, así como la extraordinaria soledad y timidez de un niño que es víctima continua de buying en la escuela. Impera la delicadeza de un filme rodado con mimo, poseyendo un ritmo pausado pero constante que colabora en la creación de una atmósfera tenebrosamente lóbrega que te atrapa de una manera sublime.

En cuanto a Let the Right One In, la versión Americana dirigida por Reeves, la mejor descripción posible es la llevada a cabo por Salvador Llopart en La Vanguardia: «Lo que en la primera película era poesía, aquí es inmejorable prosa, un relato de trazo claro y elocuente sobre el bien y el mal». Y es que más que de un remake de la película sueca, nos encontramos con una relectura del libro que le dio origen y tomando prestado algunos de los elementos que mejor funcionaban en la película nórdica.

Aquí Oskar se llama Owen y Eli es Abby, pero el amor que se profesan es similar. La química entre los dos jóvenes actores protagonistas es total y Chloe Moretz se confirma como una de las grandes promesas del cine mundial junto a Saoirse Ronan o Dakota Fanning. La desestructuración familiar y la sociedad en decadencia son perfectamente recogidos por Reeves y adaptados a EEUU, cambiando el alcoholismo por el fanatismo religioso y manteniendo problemas actuales como el buying o la soledad del Owen.

Los dos filmes no rivalizan, sino que se complementan. Son dos piezas, dos lecturas diferentes sobre la misma historia y que transmiten la misma esencia. Las diferencias entre ambas reflejan la disparidad existe en entre el cine europeo y el norteamericano. Mientras que el segundo es más detallista, con un ritmo más pausado y, a la postre, poético; el norteamericano es más efectista y directo.

En definitiva, dos películas que reflejan dos sociedades y dos culturas diferentes, pero con problemas y decadencia comunes. Una de las historias más cautivadoras de la historia del cine con dos lecturas distintas. Hay quien preferirá la europea y quien preferirá la americana, ¿mi consejo? Vean las dos, ambas son maravillosas y en ellas el bien y el mal no pugnan, se fusionan.

El diablo viste de Prada

Publicado: abril 4, 2011 en Uncategorized

La necesidad de orientar la entrada hacia las revistas de tendencias me llevó a reflexionar en películas que versasen sobre dicho tema. En un primer momento pensé en Casi Famosos, un filme notable, basado en la experiencia del propio director, como joven reportero de la revista Rolling Stone. La descarté, ya que música y tendencias  son dos ramas culturales complementarias pero sensiblemente diferentes.

Caí entonces en El Diablo Viste de Prada, una película que pese a las nominaciones al Oscar –a  Meryl Streep y Mejor Vestuario–, jamás había llamado mi atención. Tras el visionado he de reconocer que mi opinión sobre el filme no ha cambiado.

La cinta gira alrededor de una joven y brillante periodista que, recién graduada, tiene a oportunidad de entrar a trabajar como segunda ayudante de la directora de Runway, la revista más prestigiosa de moda y tendencias. La directora en cuestión es una especie de tirana mesiánica a la que todos rinden exacerbada pleitesía, mientras que la joven reportera desconoce por completo los entresijos del mundillo de la moda y sufrirá en sus carnes las continuas excentricidades y peticiones de su nueva dictadora.

Paulatinamente, Andy, que así se llama la muchacha, tendrá que ir mutando su aspecto físico y atuendos, así como sus prioridades en la vida. Conforme va asentándose en la ardua tarea de contentar a su jefa, Miranda, se aleja de sus amigos y la distancia con su novio aumenta.

Lo previsible del filme roza lo ridículo. Ya que desde un primer momento es evidente que la chica va a cambiar y a convertirse en una fashion victim, que tendrá problemas con su novio, que habrá algún rollete con el reportero guaperas de rostro dulce y mirada de cabroncete –que no es otro que El Mentalista– y que la despiadada Miranda tendrá en lo profundo de su ser algo similar a un corazón.

Sí, Meryl Streep lo borda, pero la pregunta subyacente es: ¿Y qué? Los tópicos desfilan su particular pase de modelos mientras por la pantalla deambulan subproductos idiotizados de la generación Sex and the City, incapaces de dotar a la narración del más mínimo interés o de aportar algún dato sobre el mundo de las revistas o de cualquier otro tema. “Un millón de mujeres matarían por tener tu trabajo” ¿De verdad? Pues menuda lástima de sociedad  nos ha tocado vivir.

La película pretende criticar la banalidad y frivolidad del mundo de la moda, y el poder que los medios de comunicación pueden ejercer en ella. Sin embargo, la cinta acaba sufriendo la misma transformación que su protagonista y tras innumerables clichés, el resultado remanente es de mucha moda y mucho Sexo en Nueva York –el director ha dirigido varios capítulos de la serie– pero poca, muy poca crítica, ya sea mordaz o ligera.

Hay quien la ha tildado de “la Wall Street del siglo XXI”. Gordon Gekko dando paso a Miranda Priestly. Quizás tenga parte de razón y el poder haya virado del dinero a la imagen mientras la cultura espera en un rincón.

Gattaca

Publicado: marzo 27, 2011 en Uncategorized

“¿Cómo conseguiste ganarme?” pregunta su atlético y válido hermano, a lo que Vincent responde: “Jamás me reservé nada para la vuelta”. Esa es la idea que transmite y radica en esta filme, una oda a la cultura del esfuerzo y la superación.  Una cinta inquietante por lo factible de la sociedad futura que describe como motivacional por los valores que transmite.

La película parte de la premisa que ya predijo Aldous Huxley en el libro Un Mundo Feliz, ésta no es otra que la de los ‘niños probeta’ o a la carta. En un futuro cercano, los seres humanos son capaces de aprovecharse de los avances tecnológicos en el campo de la ciencia para concebir niños genéticamente perfectos tanto a nivel físico como psíquico. Sin embargo, los vástagos concebidos a la antigua usanza son discriminados y tachados de no-válidos dado que en mayor o menor medida sufren unas imperfecciones reconocibles teniendo una muestra de sangre, cabello o saliva. Los llamados Hijos de Dios son una minoría apartada en una sociedad que ha evolucionado y los utiliza para los trabajos más rudimentarios y les impide realizarse plenamente.

Gattaca es una película diferente, una cinta de Ciencia-Ficción en la que la Ciencia-Ficción es completamente secundaria. Es un contexto en el que se deja entrever el poder del espíritu de superación del ser humano, luchando contra las adversidades, las barreras sociales y la falta de igualdad de oportunidades. La dedicación de Vincent (Ethan Hawke)  por cumplir su sueño –ser parte de la tripulación de un viaje espacial– le lleva incluso a adoptar la identidad de un válido y a ser el mejor de su academia espacial, aun cuando sus genes le pusiesen en una situación de supuesta inferioridad. La dedicación y el detallismo del personaje para no ser descubierto es sencillamente espectacular. Según su genética, su corazón debería haberle fallado a los 30 años en un 99%, sin embargo él se aferra a su única oportunidad y sale victorioso contra todo pronóstico.

El contrapunto lo establece el personaje de Jerome Eugene (Jude Law), un válido perfecto que al solo conseguir ser segundo en una competición intenta suicidarse. No lo consigue y queda tullido. Entregado a la veleidad y el alcohol, Jerome representa la carga de la perfección, la presión social por cumplir las expectativas creadas. Se enorgullece de que Vincent le suplante porque engrandece su nombre, aunque realmente actúan como antítesis perfectas.

Las actuaciones de Uma Thurman y Jude Law resultan convincentes, sobre todo éste último, al que no le pesa interpretar a un minusválido atormentado en vez de su papel de conquistador habitual. Ethan Hawke hace un gran papel mostrando la frialdad y el metodismo de su personaje, aunque sin llegar a mostrarse tan soberbio como en Training Day.

En conclusión, la premisa de que con sacrificio, constancia y humildad se puede superar cualquier barrera son algunos de los valores transmitidos por esta película de presupuesto limitado pero de una factura brillante, pese a la disparidad de críticas que recibió tras su estreno.

Darren Aronofsky ha vuelto. Y no solo eso, sino que lo ha hecho con la que para mí es su mejor película hasta el momento. Dos años después de estrenar The Wrestler(El Luchador), película correcta que la crítica encumbró, Arofsky presenta Cisne Negro, una obra casi clasificable como terror psicológico.

La película narra la historia de Nina (Natalie Portman), una brillante bailarina que forma parte de una compañía de ballet de Nueva York. Dedica su vida entera a la danza, entre las presiones de su estricta madre y su director (interpretado por Vincent Cassel) y la rivalidad con Lily, una nueva compañera. Una vez elegida como protagonista de la obra, la presión y la angustia e irán haciendo más asfixiantes para Nina conforme se acerque la fecha del estreno, provocándole un fuerte agotamiento y confusión mental, que la incapacitan para distinguir la ficción con la realidad.

Nina es una chica inocente, pura, un ser angelical que vive absorbido por el ballet y el afán de superación para llegar a ser la protagonista de la oscura reedición de El Lago de los Cisnes. El papel consta de dos actuaciones, una de ellas es la de cisne blanco, para el que ella es perfecta. No obstante, para interpretar al cisne negro Nina deberá transformarse, dejarse llevar y perder toda la pureza que le ha acompañado durante su existencia.

En un macabro viaje iniciático, Nina acabará creando un yo mucho más oscuro y corrompido, en el que el sexo, la lujuria y la autodestrucción tendrán un papel central. Natalie Portman hace el papel de su vida, con una actuación verdaderamente soberbia y dramática, mientras que Vincent Cassel está tan perfecto como siempre.

Sin llegar al extremo de agobio conseguido –y sufrido por el espectador– en Requiem for a Dream, Darren Aronosky dota al filme de un ritmo increíble en el que la tensión va creciendo dentro del espectador hasta alcanzar unas cotas altísimas de nerviosismo e incertidumbre al comprobar la evolución de la protagonista.

En un momento de instrucción, el director (Vincent Cassel) proclama que “la perfección no es sólo control, sino también el desenfreno”, y esa premisa se la aplica al pie de la letra el propio Aronofski, con un final completamente kafkiano y voraginoso en el que se confunde la realidad con la imaginación y la cordura con la locura.

Cheapeau para el director de Pi.